sábado, 7 de marzo de 2015

NO SOBREVIVEN LOS MÁS FUERTES, SINO LOS QUE MEJOR SE ADAPTAN AL CAMBIO

Tras graduarse en Cambridge en 1831, el joven Darwin se enroló a los 22 años en el barco de reconocimiento HMS Beagle como naturalista sin paga, gracias en gran medida a la recomendación de Henslow, para emprender una expedición científica alrededor del mundo.

La expedición duró cinco años y recogió datos hidrográficos, geológicos y meteorológicos en Sudamérica y otros muchos lugares.

Las observaciones de Darwin le llevaron a desarrollar la teoría de la selección natural.

Darwin publicó, el 24 de noviembre de 1859, El origen de las especies, que en su quinto capítulo dice:

“Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”

Esta reflexión la podemos adaptar perfectamente a nuestro entorno empresarial, es decir ante un entorno en permanente cambio no sobreviven los más fuertes sino los que saben adaptarse mejor a él.

En este proceso de adaptación, la empresa ha de evolucionar y si aprovecha correctamente las nuevas oportunidades que se le presentan, entonces incluso podrá continuar creciendo de forma rentable.
 
Y es que estamos delante de un consumidor que ha cambiado, el efecto de la crisis, y que esta se mantenga de manera continuada en el tiempo ha hecho que el consumidor se adapte a esta nueva situación.





Y como lo ha hecho, adaptando su consumo, su manera de comprar, siguiendo unos parámetros mucho más racionales y atendiendo a presupuestos ya establecidos de antemano.

El consumidor/comprador ha percibido claramente la disminución de su poder adquisitivo, y el que no lo ha hecho, si que tiene ese sentido de angustia sobre el futuro venidero, por lo que en cualquier caso sabe que no puede sucumbir a tentaciones emocionales que le van a hacer comprar a crédito y tener que devolver un dinero que no sabe si tendrá mañana.


La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar decía Mario Vargas Llosa


Esta es la realidad que nos ha tocado vivir como consumidores/compradores y a nivel empresarial que pueden hacer las entidades para adaptarse a esta nueva realidad.

Según mi opinión:
  • Estar preparadas para percibir y dar respuesta a las nuevas demandas de nuestros clientes.
  • Tener estructuras agiles y polivalentes. Esto implica personal implicado en la organización y orientado al cliente (capacitar al personal, realizar rotaciones, grupos de tareas, plantear objetivos y compartir información específica)
  • Estar preparados para atender a un cliente cada vez más racional y menos emocional.
  • Saber gestionar correctamente el “principio de marginalidad”, que no siempre sigue las mismas pautas en épocas de bonanza que en épocas de crisis. 
  • Buscar nuevos nichos de mercado
  • Y abrir nuevas propuestas de negocios.

En definitiva, y siguiendo la palabras de Darwin, “sobrevivir” no siendo quizás las más fuertes, ni las empresas más destacadas, tampoco quizás aquellas con mayores cifras de negocios, pero si las más agiles y capaces de adaptar nuestra manera de trabajar a la realidad que nos rodea, y lo más importante pudiéndolo hacer de manera continuada en el tiempo.

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