La expedición duró cinco años y recogió datos hidrográficos, geológicos y meteorológicos en Sudamérica y otros muchos lugares.
Las observaciones de Darwin le llevaron a desarrollar la teoría de la selección natural.
Darwin publicó, el 24 de noviembre de 1859, El origen de las especies, que en su quinto capítulo dice:
“Las especies que
sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se
adaptan mejor al cambio”
Esta reflexión la podemos adaptar
perfectamente a nuestro entorno empresarial, es decir ante un entorno en
permanente cambio no sobreviven los más fuertes sino los que saben adaptarse
mejor a él.
En este proceso de adaptación, la
empresa ha de evolucionar y si aprovecha correctamente las nuevas oportunidades
que se le presentan, entonces incluso podrá continuar creciendo de forma
rentable.
Y es que estamos delante de un
consumidor que ha cambiado, el efecto de la crisis, y que esta se mantenga de
manera continuada en el tiempo ha hecho que el consumidor se adapte a esta
nueva situación.
Y como lo ha hecho, adaptando su
consumo, su manera de comprar, siguiendo unos parámetros mucho más racionales y
atendiendo a presupuestos ya establecidos de antemano.
El consumidor/comprador ha
percibido claramente la disminución de su poder adquisitivo, y el que no lo ha
hecho, si que tiene ese sentido de angustia sobre el futuro venidero, por lo
que en cualquier caso sabe que no puede sucumbir a tentaciones emocionales que
le van a hacer comprar a crédito y tener que devolver un dinero que no sabe si
tendrá mañana.
La incertidumbre es una
margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar decía Mario
Vargas Llosa
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Esta es la realidad que nos ha
tocado vivir como consumidores/compradores y a nivel empresarial que pueden
hacer las entidades para adaptarse a esta nueva realidad.
Según mi opinión:
- Estar preparadas para percibir y dar respuesta a las nuevas demandas de nuestros clientes.
- Tener estructuras agiles y polivalentes. Esto implica personal implicado en la organización y orientado al cliente (capacitar al personal, realizar rotaciones, grupos de tareas, plantear objetivos y compartir información específica)
- Estar preparados para atender a un cliente cada vez más racional y menos emocional.
- Saber gestionar correctamente el “principio de marginalidad”, que no siempre sigue las mismas pautas en épocas de bonanza que en épocas de crisis.
- Buscar nuevos nichos de mercado
- Y abrir nuevas propuestas de negocios.
En definitiva, y siguiendo la palabras de Darwin, “sobrevivir”
no siendo quizás las más fuertes, ni las empresas más destacadas, tampoco
quizás aquellas con mayores cifras de negocios, pero si las más agiles y
capaces de adaptar nuestra manera de trabajar a la realidad que nos rodea, y lo
más importante pudiéndolo hacer de manera continuada en el tiempo.
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